Columnas de Opinión

El camino al infierno y las ayudas
sociales

La historia nos muestra muchas iniciativas que suenan buenas y generosas, las cuales al
corto andar se transforman en un problema mayor al que se trató de resolver
inicialmente.

La popular frase “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones” es
atribuida al santo francés San Bernardo de Claraval (1090-1153), como sea podemos
concluir que es una expresión muy antigua y de origen impreciso. Su significado está
relacionado con que las buenas intenciones per se no garantizan necesariamente buenos
resultados, en primer lugar, no bastan sólo las intenciones si no que estas deben ir
acompañadas de obras y recursos.


En segundo lugar, sin el conocimiento adecuado o sin una evaluación seria, se pueden
cometer muchos errores. Como tercer enfoque podemos interpretar que únicamente con
el discurso no arreglamos nada, son sólo palabras al viento.
Hace unos días tuve la oportunidad de viajar a Argentina y tan increíble como su
destrucción productiva como consecuencia del mal manejo económico, llama
particularmente la atención la cantidad de personas que literalmente “viven” de las
ayudas sociales -o “planes” como le llaman ellos- que entrega el Estado, en nuestro país
vecino más 22 millones de personas reciben asistencia social de forma sistemática
mediante diferentes tipos de asignaciones.


Esta cifra se multiplicó más de 10 veces en los últimos 20 años. La paradoja de esto, es que
la pobreza continúa siendo un problema desbordado sin una solución cercana, habiendo
alcanzado un porcentaje del 45% de sus habitantes este último año.
Sin ir muy lejos, en Chile se ha ido instalando una creciente cultura asistencialista de
otorgamiento de bonos de la cual no se ha escapado ningún gobierno en las ultimas 2
décadas.


Es que es muy tentador entregar asignaciones directas que garanticen bases electorales, y
una vez que se entra en el juego ya no puede salir, es una especie de droga que crea
tolerancia y cada vez es necesaria una dosis más fuerte.
Lo complejo de esto es que el “proveedor” principal somos los propios contribuyentes a
quienes cada gobierno de turno, con una creatividad inagotable para esto, busca ir
carcomiendo a mascadas hasta que no queda más que aportar o se espantan los capitales
que buscan otros países donde tengan mayor certeza jurídica y sistemas tributarios menos
voraces.

Como alternativa entonces sólo va quedando la deuda para mantener a la clientela
contenta, lo cual ayuda a extender el ciclo, pero tarde o temprano la crisis de pago y el
default llega con el consecuente descalabro que pagan extremadamente caro los
ciudadanos, especialmente los mismos que recibían los beneficios.
Volviendo a Argentina, en los últimos años lleva 9 defaults y hoy es el país con el récord
mundial de impago de deuda soberana. Si, también ganó la copa del mundo de fútbol
2022.


En conclusión, siempre es mucho más complejo y menos tentador políticamente seguir el
camino indirecto, que involucra favorecer el crecimiento económico y la generación de
empleos de calidad, lo cual involucraría restar este tipo de asignaciones o transferencias
directas para generar instrumentos de promoción de inversión pública y privada que
generen real crecimiento y oportunidades para las personas.

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