Columnas de Opinión

Familia y salud mental

Por: Mg. Ps. Nicolás Alonso Orrego Cárcamo, académico de planta carrera Psicología UST Los
Ángeles.

La familia se define como un conjunto de individuos ligados entre sí por descendencia,
alianza, adopción o adscripción, y a pesar de que el concepto se ha transformado en las
últimas décadas, evolucionando de acuerdo con las tendencias mundiales y los cambios
demográficos, las Naciones Unidas consideran que la familia constituye la unidad básica
de la sociedad.

En este contexto, el 15 de mayo de cada año se celebra el Día Internacional de las Familias. Es la
familia el primer entorno social en el que la niñez se desarrolla, donde niños y niñas aprenden a
comunicarse, a compartir, a resolver conflictos y a establecer relaciones interpersonales.
Las madres, los padres y otros miembros de la familia pueden posicionarse como sujetos
significativos y de protección, teniendo un papel fundamental en los procesos tempranos de
subjetivación, influyendo en la autoestima, autoconcepto y autoafirmación, lo que impacta en
cómo percibimos el mundo y, por consecuencia, en nuestra salud mental.
Por un lado, tenemos la función familiar como factor preventivo y protector en temáticas de salud
mental. De hecho, el papel de la familia en procesos de salud mental se ha documentado
extensamente. Es conocido que los procesos terapéuticos familiares o en los cuales participa
activamente la familia, tienden a proyectar y sostener de mejor manera el éxito terapéutico.
A nivel de prevención, una familia que promueve apertura y honestidad en la comunicación puede
facilitar la identificación temprana de síntomas de trastornos mentales, así como también la
búsqueda ayuda profesional de manera oportuna.
A nivel de intervención, está estudiado que, en el trabajo de diagnósticos psiquiátricos graves,
como en el caso de la esquizofrenia, al involucrar a las familias se consigue mayor efectividad en la
reducción y contención de la sintomatología, disminuyendo también la frecuencia de recaídas y
obteniendo mayor adherencia al tratamiento farmacológico.
A pesar de que la terapia familiar comienza a posicionarse como necesaria al término de la 2da
guerra mundial, aún existen discursos individualistas respecto a la salud mental y sus procesos
terapéuticos los cuales carecen de entendimiento respecto de la cualidad relacional del ser
humano.
Esto abre una oportunidad de construir espacios de salud mental para que las familias sean
protagonistas, y junto con ello el estigma de las problemáticas de salud mental deje de recaer
constantemente en el individuo.
Gianfranco Cecchin dijo: “No somos maestros para enseñar mejores familias”, entendiendo que no
existe una familia normativa, ni perfecta. Familias sin hijos, biparentales, monoparentales, hetero
u homoparentales, reconstituidas, extensas, de acogida, adoptivas o simbólicas.

Las familias se configuran como aquella red de contención en la cual podemos descansar, y que
nos proporciona un sentido de pertenencia y conexión emocional.
Es imperante comprender que nos construimos en relación con otros y la familia es el primer
espacio al cual estamos expuestos, ese espacio en la cual nos formamos y desde la cual nos
distanciamos y readaptamos en el proceso de nuestra subjetivación y que está tan estrechamente
enlazada a todos los procesos de nuestra experiencia.

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